LAS BAMBALINAS DE NO ESTAR DE ACUERDO.

¿Qué es aquello que está detrás de no estar de acuerdo?

Para mí está la discusión, el enfado, poner límites, callar, morderse la lengua, confrontar, encontrar las palabras exactas, buscar cómo tener la razón, quedar por encima, alejarme. Alejarme.

Alejarme de la discusión, del no acuerdo, de lo que siento como dañino, de mí. Dudar de mi. Y encontrarme mal, un gran malestar, con el otro y conmigo.

Así he entendido yo la situación de no estar de acuerdo. Un baile que no sé bailar. Así la vivo. La escribo y me rechina, me grita que hay otra forma de vivirlo, lo leo claro y alto.

¿No acepto que la opinión de otro o que su motivación, sea diferente a la mía? No, no es eso. Acepto esto pero me hace mirarme y pensar que la mía no es diferente, sino equivocada. Yo estaré equivocada. Tener razón está muy por debajo de incomodar al otro. Tampoco estoy aceptando que puedo “no saber” cuál es la verdad, que puede que no la tenga yo o no la tengamos ninguno.

Me repito ahora: No estar de acuerdo en algo solo es, sencillamente, que lo vemos diferente, que no es necesario invalidar lo que el otro cree, que puede haber un lugar en común, que puedo expresarme sin miedos.

Confrontar, discutir, es dialogar acerca de algo sin empeñarme en tener razón como resultado y anular tu razón. Es avanzar, dejarme sorprender y hacer un hueco más grande en mi visión. Dar oportunidad. Es favorecer la incertidumbre, y por tanto, mi crecimiento, mi confianza.

Abrirme a conocerme mejor, puede que hasta vea en mí la equivocación. Y que con esa equivocación no pasa más que mi crecimiento. No me muero. No desaparezco. No soy menos valido por fallar.

Quiero poder reconocer en mi la capacidad de observarme, ampliar puntos de vista y elegir si me quedo con mi visión o si con la del otro o incluso, si somos capaces de mezclarlo.

Bonito y difícil.

Conocerme y ampliarme a través de otras opiniones.

Y aunque aparezcan las ganas de salir de ahí, callar y asumir que no tengo nada que decir, que lo que yo pienso, veo, opino no es importante. Que no tengo nada que aportar. Uff,,, ese enano que me dice estas cosas, que su forma de protegerme es hacerme callada y pequeña, quitarme del medio. Una sensación triste y cansada.

Vamos a ensayar el baile detrás de las bambalinas para luego salir a escena.

Hablo con mi enano. Enano, bonito enano, gracias. Dejemos esto atrás. Salgamos de debajo de la cama y comprobemos que no hay monstruos. No necesito esconderme.

Lo que si necesito ESCUCHAR, CUESTIONAR Y CUESTIONARME, ELEGIR como expresarme. Y que la interconexión de ambas versiones, sin huidas, con tranquilidad den lugar a lo que sea. Validarnos ambos y que surja lo nuevo.

Dedicar rato a querer entender, el no estar de acuerdo cobra sentido. ¡Vaya! Si, eso es. Comprender es el sentido para mí, comprenderme a mí y al otro. Esto si tiene sentido. Esto sí lo hace más sencillo para mí. Desde ahí si lo veo, lo siento.

COMPRENDER ES ALIVIAR”

Enano … tranquilo, vamos a elegir estas piezas para el puzzle personal: RESPETO, ESCUCHA Y CONFIANZA. Y esa última que se coloca dando el sentido primero y final: Comprender es aliviar.

Soy COHERENTEMENTE INCONSCIENTE.

Estoy aquí para ti. Tienes voz. Te escucho lento.